Empezar en septiembre para lucir “un cuerpo de verano” hizo insufrible nuestra relación con el ejercicio. Aún hay tiempo de reconciliarnos
Seamos sinceras. Mientras crecíamos, todas pensábamos en el ejercicio como una herramienta cuya única función era ayudar a bajar de peso. ¿Y en qué momento se activaba? Más o menos en septiembre, cuando los comerciales sobre perder kilos comenzaban a aparecer en la tele.
Así que muchas siempre relacionamos la época de primavera con el momento para empezar a trabajar en el bikini body. En el cuerpo de verano que todas deseaban. Reducíamos el pan por la mañana y nos matábamos haciendo ejercicio por las tardes.
¿Y qué se logró con esto? Además de imponer terribles estándares de belleza que hasta hoy nos penan, muchas contrajeron una relación pasajera y muy, muy terrible con el ejercicio. No es de extrañar que a una gran cantidad de personas se les haga tan difícil encontrar motivación para entrenar, si les recuerda a momentos muy frustrantes.
Lo bueno es que siempre estamos a tiempo de darlo vuelta, de reconciliarnos con el ejercicio, con la primavera y, por sobre todo, con nuestro cuerpo.
Lo primero que tenemos que hacer es desechar metas absurdas como el cuerpo de verano porque, ya es sabido: todos los cuerpos son de verano. Y cómo lucimos no debería determinar qué podemos hacer o no.
Sin embargo, inconscientemente, también hemos trasladado esas metas a otras situaciones que solo nos llenan de presión y nos hacen repudiar un poco el ejercicio. Por ejemplo, el marcar una fecha en el calendario para la cuál ya deberíamos estar levantando cierto peso o corriendo tantos kilómetros.
La manera en que progresa nuestro cuerpo va a ser distinta mes a mes. En uno podemos ir como avión y en el siguiente podemos tener un plateau, es normal. Entonces, poner ese tipo de presión sobre nuestros hombros nos puede llevar al mismo sentimiento del bikini body, porque si no las cumplimos, vamos a sentir que fallamos. Y no, no hemos fallado.
Por lo mismo, te invitamos a ponerte metas pequeñas que sean más significativas con tu progreso.
Por ejemplo, puedes dedicarte a cada semana sumar cinco minutos más a tu cardio, uno por cada día. O también puedes desafiarte a ti misma a probar algo nuevo durante el mes y salir de tu zona de confort, como una clase grupal diferente o darle una oportunidad a esa máquina que te asusta un poco.
Finalmente, tus metas tienen que ir relacionadas con tu propio estilo de vida, no a la de los demás o las que supuestamente deberían regirnos a todos (cof, cof, bikini body). Ese es un gran avance para empezar a mejorar tu relación con el ejercicio y así verlo como algo que acompaña tu día a día, no como una herramienta tóxica y pasajera.