“Nadie te preguntó”: La guía para sobrevivir al mansplaining en el GYM

El número de consejos no pedidos que recibimos no es proporcional a las ganas que tenemos de querer escucharlos 

Seguramente ya lo sabes, pero el mansplaining no discrimina. Sucede en la familia, en el trabajo y, por supuesto, también en el gimnasio.

En caso de que no estés familiarizada con el término, te lo resumimos en pocas palabras: el mansplaining se da cuando un hombre le explica algo a una mujer solo porque asume saber más que ella. Claramente, algo que nadie le pidió que explicara. Y qué además, la mayoría de las veces, explica mal.

Bueno, cuando entrenamos la tarea se puede poner aún más difícil. Los consejos no solicitados qué provienen de hombres que ni siquiera son instructores o trabajan en el gimnasio son muchísimos. Todos con un tono un poco condescendiente que nos hace sentir mucha impotencia.

“Lo estás haciendo mal, tienes que doblar las piernas de esta manera”, “parte con menos peso, te vas a lesionar”, “deberías hacer menos cardio y más fuerza o no vas a tonificar nada”, son algunas de las típicas frases que escucharemos de un gymbro intrusivo mientras entrenamos, tranquilitas, sin molestar a nadie.

No sabemos bien qué parte de estar entrenando creen que es una invitación para dar “sabiduría” que nadie pidió, más aún teniendo en cuenta que ellos tampoco preguntan. Después de todo, cuando realizan estos comentarios u observaciones, lo hacen sin tener idea de la habilidad o experiencia de la mujer que está ejercitando. 

No saben la razón tras tu ida al gym, asumen que es para perder peso. No saben si tienes un problema al hombro o la rodilla y por eso realizas los ejercicios de tal manera. No saben cuánto entrenas, ni tu programa, ni tu alimentación, ni nada. Nada de tu vida. Aún así comentan.

Sin embargo, sabemos lo cansador que es dar explicaciones, más aún a alguien que ni siquiera nos interesa. Y que se callen pronto, no lo vemos tan cercano. Así que lo mejor es tener algunos tips para sobrevivir a estas situaciones y disfrutar en paz de tu ida al gimnasio.

Para empezar, una de las mejores maneras de espantarlos es manteniendo la clásica resting bitch face, es decir, una expresión que indique que no estás ahí para que te vengan a conversar y así se hace más sencillo ignorar por completo cualquier tipo de acercamiento.

Sin embargo, si aún así tienen la audacia de corregirte, cuestiónalos con pocas palabras. Diles que no necesitas ese consejo, que ya tienes un instructor o instructora, y que, realmente, no tienes ganas de conversar porque estás enfocada en tu entrenamiento. Tras eso, vuelve a darle play a un playlist que te empodere y déjalos hablando solos. 

Y si de todas formas siguen molestando, te invitamos a reportarlos directamente con el gimnasio. Sí, tanta insistencia es una forma de acoso y en algún momento tienen que parar.

Así que ya sabes, si tienes alguna duda, siempre consúltalo con un profesional del recinto, de seguro sabe más que un gymbro. Y, por sobre todo, jamás te inhibas o insegurices con tu entrenamiento. No tengas miedo de equivocarte o lucir rara mientras ejercitas. Que el comentario de un hombre X en el gimnasio no te robe la motivación.

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